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Ni cuenta nos damos, pero... ¿HEREDAMOS NUESTROS MIEDOS A NUESTROS HIJOS?


En casa de una pareja que pidió coaching relacionado a la educación de sus hijos, escuché frases como: “¡Bájate de ahí que te vas a matar!”, “¡No hagas pasar corajes a tu madre!”, ”¡En el parque casi me mataS del susto!”…

Este tipo de frases, cuando son repetidas a diario, se convierten en frenos a la exploración y al movimiento del cuerpo, acallan palabras, emociones y obstaculizan el desarrollo saludable de los pequeños.

El forzar el control emocional, las largas horas inmóviles en la escuela, los regaños por moverse, correr, saltar, etc., empujan al pequeño hacia una desconexión entre cuerpo, emociones y mente que con el tiempo, acaba derivando en fobias, somatizaciones, bloqueos, inhibiciones, etc.

Las represiones tienen como consecuencia la “inhibición aprendida”. El niño se adapta, frena sus impulsos, silencia sus emociones y consigue que no se enfaden con él o que no lo castiguen, pero el precio es enorme. De adulto, sus miedos e inhibiciones harán de él una persona débil y con poca iniciativa.

Los padres desean lo mejor para su hijo y no tienen intención de dañarlo. No obstante, están cargados de temores y sin quererlo, heredan sus miedos a su hijo.

Como adultos responsables, tenemos que prestar atención a la forma como actuamos y nos comunicamos con los niños.

• Evitemos la repetición continua de actitudes o frases represivas,

• Respetamos sus emociones,

• Evitamos transmitirles nuestros miedos infundados

• No forzamos o cohibimos su maduración física y emocional,

Sólo así crecerán conociendo las necesidades de su cuerpo, podrán expresar sus emociones libremente y no tendrán que controlar cualquier pensamiento, emoción o impulso por sentirse rechazados.

Como padres, podemos evitar muchos problemas a nuestros hijos eliminando comentarios como:

1.”No hagas eso, que te vas a lastimar” Reprime el juego y la libertad para explorar. El temor a caerse o el miedo al dolor frenan a los niños que dejan de explorar y de jugar con tal de no dañarse. Dentro de un marco seguro, el niño tiene que explorar, jugar, experimentar y encontrar sus propios límites.

2. “Calladito te ves más bonito” Reprime su criterio. Forzarles a callar cuando quieren mostrar sus opiniones, afectará su autoestima. Sentirán que sus pensamientos no son válidos. No le interrumpas cuando hable y jamás menosprecies sus ideas y opiniones.

3. “No me contestes” Reprime el enfado. Esta manera adulta de terminar las discusiones inhibe la expresión de las emociones. La rabia acumulada explotará más tarde, haciendo daño a otros o a sí mismos. Permítele expresar su enfado y valide sus emociones.

4. “No seas chillón” Reprime el dolor. Negar el dolor de los niños sigue siendo práctica habitual. Los niños necesitan sentirse acompañados y consolados cuando sufren.

5. “No hagas dramas” Reprime la tristeza. Sentir tristeza y llorar todo lo necesario es un paso imprescindible para atravesar cualquier duelo, ya sea por la pérdida de su juguete favorito o por la muerte de un familiar. Comparte con tu hijo los momentos de tristeza. Hazle saber que no es malo sentirla.

6. “Quédate quietecito” Represión física. Pretendemos que los niños se comporten como adultos en miniatura y que aguanten sentados y en silencio durante horas. Esto va contra su naturaleza. Los niños necesitan moverse, jugar, experimentar, trepar, etc. para crecer y madurar.

Como decía un anuncio publicitario “su hijo no es un adulto chiquito” y cuando haya que arreglar un problema entre él y usted, recuerde que usted es el adulto y le corresponde saber manejar la situación sin crear victimas presentes o futuras.

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